Fútbol: una pasión sin fronteras

Daniela Zapata – @danielazapataz
Tatiana Castro – @vasqtatta

“Estaba deprimido, extrañaba a mi familia y el clima no ayudaba, fue un invierno muy duro, no me gustaba la comida, porque la gastronomía de mi país es muy diferente a la de España, y no sabía cocinar. Tuve que acostumbrarme, porque no tenía otra opción”. Así comienza su relato el jugador africano -nacido en Ghana- Iddrisu Baba, del Real Club Mallorca, España.

Baba es pivote defensivo. Llegó a Europa con la intención de mejorar su futuro y ayudar a su familia. Según él, “cuando llegué, la vida no era tan fácil, aunque era mucho mejor que en mi país; me resultó muy difícil expresarme y pedir ayuda a la gente, porque no sabía hablar ni escribir en español”.

Después de unos años, Baba pudo acostumbrarse al idioma y a la cultura, “Tuve clases y conocí amigos con los que pude interactuar”.

El fútbol se ha vuelto un escenario donde confluyen culturas, acentos y tradiciones muy distintas, como las de Takefusa Kubo, futbolista japonés, quien juega en una liga superior, como extremo, en el mismo club de Baba. Kubo relató a Utópicos que “al principio fue muy difícil; entre Japón y España hay mucha diferencia cultural, pero me adapté. Me metieron en un colegio español y en el primer examen no sabía ni donde poner mi nombre”.

Al principio, a Kubo le costó interactuar, porque “en Japón la gente es muy tímida y acá son más abiertos, eso me ayudó a formar mi personalidad”; este joven futbolista recordó que, “cuando íbamos de torneo me costaba mucho acomodarme al horario de la cena, en España comen muy tarde”.

Para Pervis Estupiñán, nativo de Esmeraldas, Ecuador, y actual lateral del Club Atlético Osasuna, de Madrid, su adaptación en Europa no fue tan complicada, “por suerte, llegué a un país donde se habla el mismo idioma. Tuve la fortuna de conocer gente amable, hice muchos amigos y eso me hizo la convivencia más llevadera”.

Sin embargo, no todo fue fácil; en el aspecto emocional, le costó mucho adaptarse a una división menor de aquella en la que venía jugando en su país. Su situación empeoró cuando el director técnico le dijo que le haría una prueba para ver si lo dejaba allí o lo enviaba a una aún menor, “eso me puso el mundo abajo, fue muy complicado para mí y me tocó luchar bastante por lo que quería”.

El lateral derecho Alex David González juega en el Club Deportivo Mirandés, de la segunda división española, tiene 27 años y es de Venezuela; contó que su adaptación fue bastante compleja, partió de Maracay cuando tenía 19 años con destino a Suiza, allá “el frío es terrible, hacía mucha nieve, no conocía nada y el idioma era bastante complicado”.

Juan Camilo Hernández (18 años), delantero central de la Sociedad Deportiva Huesca (España), quiso demostrar su talento en Europa, pero su adaptación fue complicada, porque siempre había vivido con sus padres; estar solo en otro país le daba temor.

Huesca es una ciudad pequeña, “como un pueblo. Venía de jugar en América de Cali y no tenía nada qué hacer para distraerme en mis ratos libres; tuve la suerte de conocer a Alexander González, él me ayudó, y me llevaba a los entrenamientos, porque yo no tenía licencia para conducir”, recordó. Cuando Juan Camilo logró adaptarse, pudo salir más, interactuar con muchas personas y hacer amistades, que aún conserva.

De acuerdo con el psicólogo Rafael Zabaraín, vinculado con la Selección Colombia de fútbol masculino, “es un cambio en el que se deben modificar comportamientos; el cambio genera resistencia, es muy difícil salir de la zona de confort y de la comodidad. Hay dos etapas para adaptarse: asimilación y acomodación”.

Aterrizar en Suiza fue un desafío Alex David González, pero su compañero, Josef Martínez, con quien partió de Venezuela, fue su apoyo en el proceso de adaptación. “Al final, traté de verlo como una aventura, Suiza es espectacular, la puntualidad es una ley y eso fue increíble. Como hay tantas fronteras, se hablan muchos idiomas, alemán, italiano y ruso. No tiene un idioma oficial, a todos los residentes suizos en los colegios les enseñan muchísimos idiomas”, manifestó.

De acuerdo con Zabaraín, la segunda fase es cuando se acepta que para avanzar, hay que acomodarse, empieza a modificar sus creencias, porque entiende que debe sobrevivir, “es una dinámica constante entre lo que tengo y lo que el medio me ofrece”.

Para Alex David era de suma importancia aprender italiano, el idioma que primaba en su club, si quería triunfar. En las charlas técnicas y videos buscaba siempre al arquero Sergey Pellegrini, para que le tradujera y le explicara, “al tener más contacto con mis compañeros suizo-italianos, se me hizo más fácil aprender el idioma”, expresó.

Por ahora, estos jugadores que salieron de sus países de origen esperan seguir avanzando y acomodándose a los retos que su pasión les demande.

* Artículo publicado en convenio con la Universidad Santiago de Cali.