Del bullying a ambientes escolares seguros

Del bullying a ambientes escolares seguros

Con demasiada frecuencia aparecen casos de niños, adolescentes y jóvenes que son víctimas del maltrato de sus compañeros de escuela. La mayoría de los casos las víctimas sufren en silencio y a veces los maestros y padres ni siquiera se dan cuenta, hasta que es demasiado tarde.

Durante la Comisión VI del Senado de la República, realizada en noviembre de 2022, se indicó que “Colombia es el segundo, entre los países latinoamericanos miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, con mayor exposición al Bullying. El país ocupa el puesto número 10 del top 30 de países con mayor número de casos de acoso escolar.

La desarticulación en la ruta de atención integral para combatir el acoso escolar es uno de los factores determinantes para salvar vidas”. Aunque exista la Ley 1620 de 2013, que crea el Sistema Nacional de Convivencia Escolar y formación para el ejercicio de los Derechos Humanos, la Educación para la Sexualidad y la Prevención y Mitigación de la Violencia Escolar, en las escuelas se continúa identificando casos de bullying y los maestros son los primeros en actuar o implementar medidas para la atención y prevención.

Según la Unicef, el acoso escolar es una conducta de persecución física y psicológica que realiza un estudiante contra otro de forma negativa, continua y con intencionalidad, que causa daño, temor, tristeza, entre otros en la víctima. La UNESCO reconoce las siguientes formas de violencia escolar:

Violencia física, que es cualquier forma de agresión física con intención de lastimar y ataques físicos
• La violencia psicológica como abuso verbal y emocional, que incluye cualquier forma de aislar, rechazar, ignorar, insultar, difundir rumores, inventar mentiras, insultos, burlas, humillaciones y amenazas, y castigo psicológico.
• La violencia sexual, que incluye la intimidación de naturaleza sexual, el acoso sexual, las caricias no deseadas, la coacción sexual y la violación
• El acoso físico, incluidos golpes, patadas y destrucción de la propiedad; acoso psicológico, como burlas, insultos y amenazas; o relacional, mediante la difusión de rumores y la exclusión de un grupo; y acoso sexual, como burlarse de un objeto con bromas, comentarios o gestos sexuales, que pueden definirse como “acoso” sexual en algunos países.
• El ciberacoso es una forma de acoso psicológico o sexual que tiene lugar en línea, este también puede incluir la difusión de rumores, la publicación de información falsa, mensajes hirientes, comentarios o fotos vergonzosas, o la exclusión de alguien de las redes en línea u otras comunicaciones.

Cinco sugerencias para ambientes escolares seguros

Ingri Marcela Moreno Perdomo, directora del programa Licenciatura en Educación Infantil de la Universidad El Bosque, sugiere crear ambientes escolares seguras que prevengan el bullying de la siguiente forma:

1. Promover un clima de confianza

Es importante que los maestros se muestren abiertos y disponibles, de manera que, si un estudiante es víctima de bullying, se sienta lo suficientemente cómodo y seguro para comunicar su situación.

2. Planificar experiencias pedagógicas para promover el respeto a la diferencia

Las experiencias pedagógicas espontaneas y significativas dentro del currículo son fundamentales para abordar temas de bullying, por ejemplo, existen muchos libros, películas y programas de televisión que sirven de base para discutir el impacto del acoso escolar y, de paso, lograr que los estudiantes puedan desarrollar cierto nivel de empatía con las situaciones de acoso.

3. Detener inmediatamente cualquier caso de bullying

Si el maestro conoce una situación de acoso, debe detenerla inmediatamente. Es importante que los estudiantes sean conscientes de que los maestros no permiten que otros niños o adolescentes sean maltratados y sepan que las víctimas cuentan con el apoyo de las instituciones.

4. Abordar al agresor en privado

En muchos casos, los agresores son niños o adolescentes que provienen de hogares disfuncionales, donde se aceptan y se ponen en práctica diferentes formas de violencia. En otros casos, el propio agresor fue en otro momento una víctima del bullying y su comportamiento violento es su forma de defenderse.

Por eso, es importante hablar con ese estudiante en privado, intentando comprender por qué se comporta así y buscar apoyo profesional.

5. Notificar lo ocurrido y darle seguimiento

Los maestros deben reportar los casos de acoso y en casos específicos activar las rutas de atención que existan en las instituciones educativas, también es importante que el maestro se mantenga atento y se planeen acciones de reparación para aquel estudiante que haya sido víctima.

Por Victoria Castiblanco Rivera
Comunicaciones Universidad El Bosque