El cierre de las clases presenciales como medida para controlar la propagación del COVID-19 en Colombia, ha generado grandes retos en los procesos de aprendizaje de los estudiantes, de allí que, según estimaciones del Banco Mundial, el cierre de los colegios pueda resultar en una pérdida de aprendizaje de entre 0.3 y 0.9 años de escolaridad.
Buscando mitigar esta situación, el Ministerio de Educación emitió los lineamientos para retomar la vida escolar durante el segundo semestre del año bajo la modalidad de alternancia, donde se ofrecen durante algunos días clases virtuales con profesores y posteriormente se retoman al volver presencialmente al colegio, limitando así el contacto.
Para esto, como primer paso los colegios deberán inscribir ante la Secretaría de Educación sus estrategias y protocolos de bioseguridad. Una vez reciban la aprobación de las autoridades locales y de común acuerdo con las familias, las instituciones educativas podrán entonces decidir el momento oportuno para el inicio de clases en alternancia, con un aforo del 35% entre estudiantes y personal administrativo.
Sin embargo, el regreso de los estudiantes al colegio durante la actual coyuntura por COVID-19 no será tarea sencilla y supone un enorme desafío. Para ello, los protocolos de bioseguridad fijados por cada institución deben ser planificados con las más rigurosas medidas de seguridad, buscando evitar posibles rebrotes de la epidemia y garantizar un ambiente físico y emocionalmente seguro para los estudiantes.
Sobre esto, Rosita Caro, directora del Colegio Hacienda Los Alcaparros, asegura que “la seguridad de la comunidad académica y de los estudiantes debe ser siempre lo más importante, este principio en donde todos cuidamos de todos será la base para que las medidas de higiene sean acogidas y cumplidas durante la modalidad de alternancia. En Los Alcaparros, los estudiantes que asistan presencialmente lo harán durante una semana y a la siguiente se quedarán en casa tomando clases virtuales. A los estudiantes del mismo grado se les dividirá en grupos pequeños, fijos y con los mismos espacios, de esta manera limitaremos el contacto. Estas agrupaciones se mantendrán durante las horas de clase, de recreo y de almuerzo”.
El modelo de alternancia deberá entonces fomentar un ambiente de cuidado y profesionalismo que posibilite y fomente el aprendizaje, de este modo las familias sentirán la tranquilidad suficiente para enviar a sus hijos al colegio. En este sentido, la Academia Americana de Pediatría recomienda un distanciamiento físico que contemple permanecer separados por dos metros, además de separar los escritorios por lo menos a un metro de distancia. Igualmente, se recomienda que los alumnos almuercen preferiblemente al aire libre en lugar de comedores concurridos y dejar las puertas de los salones abiertas.
Por su parte, los colegios deberán establecer estrategias que permitan monitorear y detectar posibles casos de COVID-19. Para esto, el personal médico de los establecimientos educativos y sus profesores jugarán un rol fundamental.
De acuerdo con Leonardo Gutiérrez, médico del Colegio Hacienda Los Alcaparros, “durante la reapertura de los colegios, se deberán estudiar los antecedentes de cada estudiante, conocer las situaciones que pueden hacerlos más vulnerables al contagio y así poner en práctica los respectivos cuidados especiales que les evitarán posibles crisis respiratorias. Igualmente, los profesores y padres de familia deberán informar al médico del colegio tan pronto exista un caso con potenciales síntomas de COVID-19, e inmediatamente se debe realizar el seguimiento correspondiente. En caso de haber estado en contacto con alguien contagiado, la persona deberá someterse a un período de 14 días de confinamiento preventivo, en el que se llevará a cabo el respectivo protocolo de trazabilidad para así mantener a toda la comunidad segura”.
Para que la nueva modalidad de alternancia entre educación virtual y presencial funcione de manera efectiva, los colegios deberán poner entonces por encima la protección de los niños, buscando implementar estrategias que permitan reducir el aforo y así evitar la propagación del virus.