Las dos caras de las pruebas saber 11, ¿oportunidad o condición?

Por: José Ignacio Idárraga

Para muchos estudiantes, las Pruebas Saber 11, que se practican al finalizar la secundaria en Colombia, son una oportunidad para su futuro. Pero para otros, son solo un requisito ineludible, del que no depende su futuro.

Es el caso de Julián Vidal, egresado del colegio Pio XII, quien este año presentó por segunda vez las Pruebas Saber. En este momento, Vidal está a la espera del resultado, y dependiendo de si finalmente el puntaje le favorece, entraría a estudiar idiomas en la universidad, pero solo con el fin de poder viajar al exterior, donde tiene trazado su proyecto de vida.

Vidal piensa ser profesional sin entrar a una universidad, pues para él, “no significa necesariamente obtener un título, pues hay otro tipo de opciones, como ser un Dj profesional y para lograrlo, no es necesario ir a ninguna universidad, ni mucho menos para empezar a formarme es necesario tener un buen puntaje en las Pruebas Saber”.

Este el tipo de reflexiones surgen de aquellos que, sin tener menos capacidades que otros, se sienten excluidos solo porque sus habilidades son un poco diferentes. ¿Verdaderamente el sistema de educación tiene en cuenta la diversidad de talentos para evaluar? Al parecer solo son importantes las matemáticas y la lectura crítica, pues son estos los aspectos fundamentales que se evalúan.

El profesor de matemáticas José Luis Calambás labora actualmente en ‘Los Tres Editores’, una empresa avalada por el Ministerio de Educación para el diseño de pruebas de evaluación educativa bajo los parámetros que exige el mismo ministerio. Explica que “el ICFES es la entidad que diseña las preguntas de las Pruebas Saber 11. Las pruebas utilizan una metodología llamada Modelo Basado en la Evidencia, están enfocadas a casos de las áreas fundamentales: lectura crítica, matemáticas, ciencias sociales, ciencias naturales (articulación de física, química, biología, ciencia tecnología y sociedad) e inglés de los estudiantes de tercero a once, teniendo como principio los estándares básicos de competencias que da el Ministerio de Educación”.

Pruebas para abrir nuevos caminos

Las Pruebas Saber pueden ser oportunidad para muchos. Juan Camilo Bolaños es egresado del colegio República de Israel y obtuvo en el año 2016 una puntuación de 389/ 500. Hoy Bolaños dice que “las pruebas del ICFES me han ayudado en la vida, en el sentido de que me permitieron el estudio gratuito”. Actualmente, está estudiando Ingeniería de Petróleos en la Universidad Autónoma de Bucaramanga tras recibir ofertas de diferentes centros de educación superior del país, como la del Valle, la Nacional de Bogotá y convenios con grandes multinacionales como Ingredion y Ecopetrol.

El de Bolaños es el caso de un estudiante que durante su bachillerato se destacó en el campo de las matemáticas, y su preparación fue enfocada precisamente en los aspectos de evaluación de las Pruebas Saber, ya que cursó dos pre ICFES mientras estaba en el grado 11.

El profesor Mauricio Gil Gallego, egresado de la licenciatura de ciencias naturales de la Universidad del Valle, es crítico sobre este tipo de evaluaciones. Opina que son una forma en la que el gobierno condiciona el derecho a la educación, ya que los fondos que se invierten en el sector educativo no alcanzan para cubrir a todos los bachilleres que anualmente aspiran a entrar a la universidad. Gil se pregunta: “¿de qué forma controla el gobierno a los estudiantes a los que se les puede otorgar el derecho a la educación? Por medio de las pruebas de Estado.

Aquellos que pretenden la educación pública, condicionalmente tienen que lograr un buen puntaje en las Pruebas Saber”.

Son casos paralelos que evidencian cómo las Pruebas Saber pueden favorecer a algunos estudiantes, pero también poner límites a otros, como al futuro Dj Vidal. Para muchos, es una oportunidad; otros no se sienten identificados con lo que se evalúa, como condición que se requiere para la educación superior, en la que no todos los jóvenes están interesados.

Artículo publicado en convenio con la Universidad Santiago de Cali.

Maria Cano