Cuando caigo, me levanto

Por Juan David Millán
Estudiante de la Institución Educativa Eustaquio Palacios

En mi Colegio, el Eustaquio Palacios, como en todos los demás colegios, hemos tenido que afrontar la pandemia y los cambios que trajo consigo. Estos cambios han sido difíciles de afrontar pues ningún colegio estaba preparado para tener un cambio tan drástico cómo es el enseñar desde la virtualidad.

El solo hecho de manejar los equipos de cómputo y el uso de todas estas plataformas como Meet, Classroom, Zoom, fue un gran reto tanto para nosotros como para los docentes.

Quisiera contarles cómo se superaron estas dificultades en nuestra institución, que acoge, en su mayoría, a estudiantes del barrio Siloé, el barrio más hermoso para mí y que yo sepa, también para el profe Martin, según lo que él mismo me dijo –y por su rap ‘Me verás caer’ que está en YouTube bajo su seudónimo Elemental.

Como bien saben, Siloé es una de las zonas marginadas de nuestra ciudad, con escaso apoyo del gobierno para que los jóvenes quienes habitan aquí sigan adelante con sus estudios.

Sin embargo, nosotros nos las arreglamos, junto a los profesores, para seguir estudiando pese a las dificultades. Los que no podían conectarse por medio de internet tenían la posibilidad de recoger en la institución guías físicas de cada una de las asignaturas y así continuar en el proceso educativo

Los profesores tienen muy en cuenta a cada uno de sus estudiantes, pues cuando veían que no se habían conectado a la clase o que no iban por las guías, inmediatamente buscaban cómo comunicarse para enterarse del porqué de la inasistencia del estudiante.

También brindaron apoyo psicológico, porque como saben, estuvimos en paro y la zona de Siloé fue muy afectada durante este tiempo y muy posiblemente algunos de los estudiantes que viven aquí presentaron algunos indicios de enfermedades mentales, por lo cual publicaron un correo para que recibieran apoyo de la psicóloga de nuestra institución.

Fue pasando el tiempo y se pudo regresar a las instalaciones de nuestro colegio, eso sí, con mucha incertidumbre. Cabe recalcar el gran esfuerzo que hicieron nuestros estudiantes y docentes para sobreponerse a tan duro golpe y para que esto se llevara a cabo. Pero no todo pudo volver a la normalidad.

Las restricciones fueron bastantes y rígidas, por ejemplo, en el salón, de modo que las cosas no fueron como lo eran antes de que todo esto pasara. De igual manera, nos las arreglamos para pasar ratos agradables alrededor del conocimiento, ese fuego que mantiene encendida el alma de las sociedades. Bueno, aprendimos, y eso para mí es lo más importante.

Ahora que me gradúo y paso la página de esta inolvidable y gran etapa de nuestras vidas, solo me queda agradecer y recordar tanto los mejores como los más duros momentos con una sonrisa. Porque si algo he aprendido es que cada día hay que luchar por un mundo mejor.