Por: Juan Sebastian Chaves Gil
@juansebaskap
¿Quién dijo que los adultos no pueden jugar con carritos? Un grupo de personas desafía esa idea en sus tiempos libres. Les encanta compartir, jugar y revivir su infancia coleccionando artículos, desde lo minúsculo hasta lo más grande.
No existe una edad límite para revivir este hobbie, hasta personajes reconocidos mundialmente, como Paul Walker y Michael Schumacher, tienen sus colecciones, valoradas en millones de dólares. Ellos hicieron su sueño realidad y hoy son ejemplo para quienes se resisten a quedar incluidos en ese estigma social.
Juan Diego Bolívar Vélez, más conocido en Instagram como El Barto, tiene una colección enorme con figuras de anime, Marvel y caricaturas clásicas, aunque aclara que no tiene una cifra exacta de cuántas posee. Más que un pasatiempo, lo considera parte de su vida. Y no atesora sus piezas favoritas: por el contrario, está dispuesto a canjearlas o venderlas en esa red social.
“Mi colección arranca desde niño, siempre me ha encantado coleccionar cosas, además vengo de familia de coleccionistas. Desde niño empecé a coleccionar canicas, ‘tazos’, entre otras cosas; fui algo egoísta de niño. Ya en mi adolescencia, regalé más de un juguete, solo dejé un Buzz Lightyear y unos cuantos carritos, hasta que comencé nuevamente a coleccionar unas motos que me regaló mi esposa y eso fue creciendo hasta ahora”, expresó Barto.
Nanciceli Rodríguez lleva 10 años vendiendo carros de colección, principalmente como sustento de su familia.
Además, ella segura que se relaciona con mucha gente y especialmente con coleccionistas jóvenes y adultos. “Los artículos de colección no solo son un objeto común, sino un lujo, el de tener un artículo único para cada uno, porque coleccionar es un arte”, expreso Nanciceli.
El arte de coleccionar es tan detallado, que quien lo cultiva busca la textura, el tamaño, la forma y la historia. Todo eso lo aplica al escoger el objeto que va a adquirir.
¿Coleccionista o acumulador?
Cuando el coleccionista se apasiona, su búsqueda no tiene fin, siempre quiere tener más, ya que cada artículo es una edición distinta. Sin embargo, existe una brecha delgada entre el coleccionismo y la adicción.
“Un coleccionista sí puede ser acumulador, pues cada día quiere un artículo distinto, ya sea por el diseño o el año. Eso sí, jamás quiere dejar pasar una y en cierta parte se puede salir de control”, explicó Barto.
Nanciceli Rodríguez discrepa de esta aseveración, al considerar que los coleccionistas difícilmente podrán volverse acumuladores: “creo que el coleccionista es un experto, sabe con claridad sobre el artículo que está comprando, son muy ordenados, pero no son acumuladores, el acumulador recoge lo que sea sin catalogar y el coleccionista clasifica el artículo”.
Coleccionismo, ¿un buen negocio?
Para muchos, el hobbie de coleccionar es no solo un pasatiempo muy querido, porque permite recordar historias o momentos vividos en la infancia, sino también porque los artículos tienen pueden tener un valor monetario muy alto y ser apetecidos por los coleccionistas, ya sea por extraño, por ilimitado o por el estado en que se encuentren.
Para José Ordóñez, dueño del local El punto del Videojuego, ubicado en el barrio Villacolombia, en Cali, es común ver consolas raras, muy apetecidas por los ‘gamers’ coleccionistas y por personas que quieren recordar su primera acompañante en el mundo virtual.
“Llevamos en el negocio, como local, dos años y medio, yo he coleccionado hace unos ocho años, pero me inicié con un Súper Nintendo, fui comprando y comprando, cuando me empezaron a sobrar cosas repetidas fue que yo monté el local. Tomamos la decisión de inaugurar un local retro, más enfocado a la gente adulta, también vendo cosas para niños y eso es lo que faltaba aquí en Cali, un local para niños y grandes”.
Debido a su alto valor, muchos podrían dudar en comprar determinados artículos; “en mi colección tengo una consola Virtual Boy valorada en $800.000, es escasa y está completa, pero en el local hay consolas como una Atari 1600, claro está que hay consolas muchos más caras, de dos millones a 5 millones. Entre más completa y rara, mayor su precio”, afirmó Ordoñez.
Por su parte, El Barto vende figuras originales de todos los precios: “yo tengo figuras de anime como los caballeros del Zodiaco, Dragon Ball; también, figuras de películas. El precio depende de la figurita, son muy detalladas y eso le da el valor”, explica.
De esta manera, un artículo que para muchos es común y lo dejan el olvido, para otros es un bello tesoro que desearían tener embelleciendo su larga repisa.
Un autor coleccionista
Juan Sebastian Chaves colecciona, casi desde que nació, carritos. Hoy tiene 243, entre clásicos, históricos y modernos. “El Renault 4, Lamborgini Diablo SV el Willys Camper –usado en la Segunda guerra Mundial- y el Subaru Impresa (que ganó más de cuatro carreras en el Rally Dakar), son mis favoritos”.
Los periodistas no se quedan atrás
Daniel Ernesto, periodista deportivo, colecciona cámaras fotográficas, desde la década de los 40 hasta las más emblemáticas y queridas por los medios de comunicación. Tiene un total 30 cámaras, 10 de ellas con historial personal de su experiencia como comunicador y periodista.
El fetiche también se colecciona
Sara Lamboa, una joven vendedora de un sex shop en Cali, colecciona vibradores de todos los tamaños y de diferentes fábricas en el mundo. “Los colecciono pero no los uso”, asegura.
Lo que a la gente le gusta coleccionar:
• Filatelia (estampillas y sellos de correo)
• Muñecas (siendo la Barbie la más famosa)
• Coca Cola
• Medios de transporte
• Pesebres
• Armas de fogueo
• Figuras de animales
• Monedas y billetes
• Figuras de Disney (especialmente Mickey Mouse)
Destacados
“Los artículos de colección no solo son un objeto común, sino un lujo”: Nanciceli.
“Jamás quiere dejar pasar una y en cierta parte se puede salir de control” Barto.
“Entre más completa y rara mayor su precio” José.
Artículo publicado en convenio con la Universidad Santiago de Cali.