Cines clásicos de Cali: génesis, evolución y declive

Estefany Mejía Gutiérrez

Después de entretenerse, durante más de un siglo, en teatros y espacios dedicados a la expresión cinematográfica, ubicados en diferentes puntos de la ciudad, muchos caleños ahora prefieren ir únicamente a los cines ubicados dentro de centros comerciales.

Otros, disfrutan más las películas desde la comodidad e intimidad de sus hogares, mediante repositorios de películas y plataformas como Netflix y YouTube.

Cines en Cali, toda una historia

Los inicios del cine en Cali se ubican el año 1899. El primero del que hay constancia fue el Teatro Borrero; después fueron surgiendo los teatros de barrio, gracias a que fue creciendo la demanda de salas de cine. En el Teatro Universal, en 1919, ocurrió una protesta atípica: los espectadores exigían mejores condiciones, pues se presentaron problemas técnicos, según lo que afirma Andrés Felipe Castañeda, en su texto ‘De noche en la ciudad. Estudios de la noche. El caso de la Noche caleña’. Según el autor, las personas no protestaban por política, sino por cine.

Con el pasar de las décadas, y después de llegar el cine sonoro y en colores, muchas salas fueron fundándose en la capital del Valle. Pero esta tendencia se rompió abruptamente con la llegada del Centro Comercial Unicentro, en 1978, con las salas Unicali Uno y Dos, cuando se produjo un choque paradigmático en los pobladores de la ciudad, que se dejaron eclipsar con la innovación del centro comercial, su seguridad, asequibilidad y facilidad comercial. Ese fue el inicio del abandono de los cines de barrio y de la zona céntrica de la ciudad.

Actualmente, existen alrededor de 14 complejos de cines en Cali, que han ido renovando tecnología, instalaciones y asequibilidad. Las actividades complementarias, tales como restaurantes, almacenes y zonas de diversión, terminaron por llevarse al cierre de las salas de barrio.

Pasado y presente

Hasta hace pocos años existían 71 cines de barrio en Cali, con una capacidad total entre 1.100 y 1.200 sillas. Algunos estaban localizados en el centro de la ciudad, como el Aristi, el Calima, el Cid y Los Cinemas. Hugo Suárez Fiat, especialista en cine, fundador y administrador del museo Caliwood, afirma que: “en los setenta, el cine era un evento social, en el que personas del común podían disfrutar del séptimo arte. Era usual que fueran al centro a ver cine; en esa época se podía caminar de noche e ir tranquilos por la calles”.

Era tanta la afición que, según Magnolia Gutiérrez, habitante de Cali de 51 años, “tocaba hacer fila por una o dos horas, no se podía escoger silla; cuando había una premier, tocaba sentarse hasta en las escaleras”.

¿Por qué ahora las personas recurren más a los cines de los centros comerciales que a los clásicos cines de los teatros? Ángela María Garcillo, empleada administrativa del Teatro Calima asegura que: “ha cambiado mucho la percepción que tiene la gente, actualmente, del cine; las partes históricas se han perdido mucho en la ciudad y las personas no piensan en lo antiguo, sino en las nuevas tecnologías, así es cómo se pierden las piezas históricas, la esencia del cine caleño y la cultura”.

Juan Carlos Márquez, de 60 años, comentó: “Me gustaban mucho las películas de vaqueros, también las películas mexicanas, era el cine que uno veía en ese entonces. Pero con los cines de ahora, con toda la tecnología de este tiempo, pues hay mucha fantasía; desde la parte digital y sonora presentan escenas inimaginables, y el efecto que le produce a uno el 4D es genial; eso sí no estaba antes”.

Otros entrevistados, que tienen entre 50 y 80 años, afirmaron que aunque les gustaban mucho los teatros clásicos de la época, prefieren los cines actuales de los centros comerciales, debido a factores, como la comodidad, la facilidad de acceso a sectores económicos y gastronómicos, que complementan la experiencia dentro de estos lugares, y la seguridad.

Sin embargo, aún sobreviven algunas salas con propuestas diferentes a las comerciales, como La Tertulia, que exhibe películas de cine independiente. A ella asiste un tipo de público ávido de análisis de procesos sociales y culturales. También subsisten salas de cine independientes como la del restaurante Café Macondo, en el barrio San Antonio, con una disponibilidad de 20 sillas.

Sea en salas de barrio, experimentales o dentro de centros comerciales, solo hay algo seguro: el cine seguirá siendo el entretenimiento más popular para la población de todas las edades.

* Texto publicado en alianza con la Universidad Santiago de Cali

Maria Cano