En Colombia y en muchos países del mundo, los jóvenes que acceden a la educación superior o técnica tienen más posibilidades de conseguir empleo y mejorar su calidad de vida.
No se trata solo de tener un título, sino de adquirir herramientas que les permitan competir, resolver problemas, adaptarse a los cambios y aportar soluciones en los diferentes sectores productivos.
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Estudiar después del colegio aumenta las opciones de ingreso. Según el DANE, una persona con educación técnica, tecnológica o universitaria gana, en promedio, entre 25% y 70% más que quien sólo terminó el bachillerato.
Además, tiene más posibilidades de acceder a empleos formales, con seguridad social, estabilidad y posibilidad de crecimiento.
Otro beneficio es que los egresados de programas técnicos o tecnológicos suelen entrar más rápido al mundo laboral. Estos programas están orientados a necesidades específicas del mercado, tienen menor duración y combinan formación teórica con práctica, lo que facilita la empleabilidad en sectores como salud, logística, agroindustria, tecnología y servicios.
Habilidades para toda la vida
Más allá del conocimiento técnico, continuar los estudios fortalece habilidades como la comunicación, el pensamiento crítico, el trabajo en equipo y la resolución de conflictos.
Estas competencias, cada vez más valoradas por las empresas, no se enseñan de forma directa, pero se desarrollan al interactuar con otros estudiantes, resolver casos reales o presentar proyectos.
También hay una transformación personal. Al enfrentarse a nuevos retos, los jóvenes ganan autonomía, seguridad, capacidad de adaptación y visión de futuro.
Descubren talentos, afinan intereses y construyen redes de contactos. Todo eso cuenta a la hora de buscar empleo o emprender un proyecto propio.
Estudiar también da acceso a escenarios que abren puertas: prácticas, voluntariados, pasantías, concursos, investigaciones, intercambios y ferias de innovación. Son oportunidades que conectan al estudiante con el mundo real y le permiten mostrar lo que sabe hacer.
Además, estudiar después del colegio permite a los jóvenes desarrollar un perfil más competitivo en un entorno laboral cambiante. Hoy, muchas empresas valoran no solo el conocimiento técnico, sino también la capacidad de aprender continuamente.
Quienes han pasado por procesos de formación superior o técnica están más familiarizados con el uso de tecnologías, el manejo de herramientas digitales y la adaptación a nuevas metodologías de trabajo, lo que les da una ventaja clara frente a quienes no accedieron a estos espacios.
También es importante considerar que continuar los estudios mejora el nivel educativo general de una comunidad. Cuando más jóvenes acceden a la educación superior, se fortalece el capital humano, se impulsan los emprendimientos locales y se reduce la brecha social.
Es una inversión que no solo transforma la vida de quien estudia, sino que también aporta al desarrollo de su entorno. Por eso, apoyar a los jóvenes para que estudien después del colegio debe ser una prioridad de toda la sociedad.
Hoy hay más opciones
Gracias a la expansión de internet, la oferta de formación no solo se concentra en grandes ciudades. Muchos programas virtuales, híbridos o por ciclos propedéuticos permiten que jóvenes de zonas rurales o apartadas estudien sin tener que desplazarse.
Además, existen becas, créditos condonables, subsidios y programas estatales o privados que apoyan la educación superior.
Portales como eduka.occidente.co permiten explorar áreas de estudio, instituciones y perfiles profesionales, ayudando a que cada estudiante elija el camino que mejor se ajuste a su realidad y sus sueños.
Invertir en educación es invertir en oportunidades. Estudiar después del colegio no garantiza el éxito, pero multiplica las posibilidades de alcanzarlo.
Foto: ChatGPT