[vc_row][vc_column][vc_column_text]Luis Ángel Muñoz Zúñiga
Especial Diario Occidente
Este 15 mayo se celebrará el Día del Maestro con aulas vacías y profesores comunicados de manera virtual con los alumnos. Mariano Ospina Pérez hace siete décadas decretó como homenaje una fiesta cívica institucional, porque el Papa Pio XII el 15 de mayo de 1950 proclamó a San Juan Bautista de La Salle patrono de los educadores.
Las medidas de protección que debido al Covid-19 suspendieron las clases presenciales, permitirán que las familias valoren el rol social de los maestros y que se reivindique esta palabra erróneamente utilizada. Maestro le dicen al albañil, al director de orquesta, al entrenador del equipo o, simplemente, es una palabra cliché para despedir a cualquiera, “bueno maestro, así quedamos”.
La crisis hospitalaria, el hacinamiento en las cárceles y el confinamiento de los estudiantes, en esta pandemia demuestran la importancia de los médicos, los abogados y los educadores. Los galenos nos mejoran la salud, los jurisconsultos nos defienden los derechos y los maestros nos cultivan el saber. La pedagogía, arte de transmitir saberes, compromete a los padres de familia durante este confinamiento, ahora sí comprenderán la importancia del maestro, imprescindible en la sociedad.
La tecnología virtual jamás será suficiente para trasladar la escuela a la casa. Desde la Grecia Antigua la escuela es motor de desarrollo social y el maestro es depositario de saber y experto en pedagogía. Un computador jamás suplirá el ámbito escolar que necesitan los niños para aprender.
La escuela en la historia
La paideia fue la primera institución escolar griega a cargo de los paidotribes o maestros. En el siglo VII a C, Esparta formaba los guerreros y Atenas impartía matemáticas, filosofía, poética y retórica, embelleciendo el lenguaje hablado y escrito. En la Nueva Granada la historia escolar se inició en el siglo XVI con los frailes que acompañaron a los encomenderos españoles y tenían la misión de extender al Nuevo Mundo la cultura española católica. En Colombia la escolaridad a cargo del Estado aparece en la república, en 1823, cuando Francisco de Paula Santander fundó los primeros colegios públicos y les nombró maestros, un ejemplo, Santa Librada pionero para los caleños.
Maestros al tablero
Los maestros nombrados en los colegios republicanos no tenían formación pedagógica, pero fueron distinguidos egresados de las universidades privadas, en ciencias, en ingeniería, en jurisprudencia, en filosofía y letras. Estos profesionales asumieron su rol a cabalidad, logrando el reconocimiento social y la gratitud de los estudiantes.
La profesión docente viene a aparecer en Colombia con la fundación de las Escuelas Normales y la Universidad Pedagógica de Tunja en 1953. A mediados del siglo XX reglamentaron el ejercicio docente con normas de educación y estatutos. Muchos años los maestros cobraron sueldos irrisorios financiados con fondos de licoreras, en ocasiones les pagaron con botellas de aguardiente, pero igual se les exigía una presentación impecable como funcionarios de saco y corbata.
Profesionalización y dignificación
En la década de los 60 aparecen en Colombia algunas universidades con licenciaturas para los maestros. Antes de promulgarse el Estatuto Docente de 1979, Decreto Ley 2277, se les denominaba maestros a los docentes de primaria, mientras profesores a los de bachillerato, devengando la mitad de ingreso los que enseñaban las primeras letras. En la década de los 70, en masa empezaron los maestros a licenciarse. A partir de la década de los 80 comenzó a dignificarse su profesión, resultado de la capacitación del magisterio y de los paros exigiendo mejoras salariales.
Actualmente el ejercicio de la profesión docente está reglamentado con dos normas paralelas: el decreto 2277 de 1979, para unos, y el 1278 de 2002, para otros. De acuerdo a su vinculación se les discrimina a los maestros nuevos con el sometimiento a evaluaciones para ascender en el escalafón. Es tal la diferencia, que la subordinación laboral es más notoria en los denominados “maestros 1278”, coexistiendo con los “maestros OPS”, contratados con orden de prestación de servicios y sin estabilidad laboral.
Profesores enredados
Decretado el confinamiento obligatorio los maestros quedaron enredados, es decir, que se auxiliaron de las redes sociales para mantener la comunicación con sus alumnos. Pero se encontraron con varias dificultades para continuar la celeridad los procesos educativos: carencia de Internet en las familias, plataformas institucionales desactualizadas, insuficiente conectividad, problemas emocionales de los estudiantes provocados por la marginación social y la falta de capacitación en tecnologías de la información y las comunicaciones aplicadas a la educación. No obstante, la mayoría de los maestros, valiéndose del WhatsApp y la habilitación de algunas plataformas, ha procurado mantener comunicación académica con sus alumnos.
Este 15 de mayo, día del maestro sin sus alumnos, le daremos la razón a Ernesto Sábato por la descripción de su profesor: Ahora que la vida nos ha golpeado, a medida que más advertimos nuestras debilidades e ignorancias, más lo recuerdo con su motivador e integrador diálogo perpetuo, ofreciéndonos sabiduría con su invariable cortesía.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]